HAZ CONMIGO LO QUE QUIERAS.....

Durante todo el trayecto en metro su cabeza no paraba de dar vueltas; lo que estás haciendo no está bien... bah, no va a pasar nada, tampoco tiene tanta importáncia... no es lo correcto, deberías volverte a casa... pero es que necesito verlo, necesito despejar mis dudas... en cuanto llegue cojo otro metro en sentido contrário, no, no puedo hacer esto...
Estaba absorta en esos pensamientos cuando se dió cuenta que había llegado a su destino. Una vez en el andén empezó a ponerse muy nerviosa. Sabía que sólo les separaban unos metros, unas escaleras... "seguro que ya estaba esperándola" y al pensar eso un escalofrío recorrió su espalda. Caminó unos pasos hacia las escaleras, había mucha gente pero le parecían simples sombras que pasaban a su lado. Su mente estaba en otro lugar, su mente estaba al final de aquellas escaleras. Las subió lentamente... le temblaban las piernas pero cuando comenzó a ver la claridad de la calle supo que ya no había marcha atrás. Se quedó inmóvil durante unos segundos buscándolo con la mirada y de pronto allí estaba, apoyado en la barandilla con un libro entre sus manos:
- Hola mi Príncipe de las Tinieblas- dijo sonriéndole pícaramente.
- Hola mi Princesa.
Era la primera vez que se veían después de unos meses de intercambiar palabras y palabras a través de la red, de sus respectivos blogs... y la sensación fué tan extraña... era como... te conozco... pero no te conozco... Se acercó más a él para darle los dos besos de rigor en las mejillas pero cuando lo hizo y fué a separarse algo la impulsó a abrazarlo, sus brazos rodearon su cuello a la vez que los de él la cogían por la cintura:
- Había esperado tanto este momento...- le dijo susurrando al oído.
- Y yo mi niño... y yo...
De repente notó su mano apartando su pelo y como mordisqueaba suavemente su oreja para a continuación bajar por su cuello. Podía sentir la humedad de sus labios... de su lengua... En ese instante recordó aquella vez que le comentó: "Si me dan besitos en el cuello caigo totalmente rendida, ya no soy dueña de mis actos". Y así fué, en ese momento ya estaba perdida, totalmente entregada a su voluntad.
Entonces el tiempo se detuvo, el murmullo de la gente parecía como si estuviese a años luz... solamente escuchaban el latir de sus corazones... y entonces se miraron a los ojos, pasaron sólo unos segundos hasta que sus labios se rozaron... primero débilmente... después abriéndose lentamente para dar paso a sus lenguas que se fundieron apasionadamente en un excitante beso haciéndoles convencerse de que realmente había valido la pena esperar.
- ¡Madre mía!!!!! ¿y ahora que hago?- dijo ella.
- Haz conmigo lo que quieras nena...